miércoles, 31 de julio de 2013

Oposición salvaje

En un país como Estados Unidos, la capacidad de la oposición para fastidiar al gobernante es inmensa. Cuando la división de poderes funciona, y en Washington funciona y mucho, el sistema facilita miles de modos legales de poner palos en las ruedas. No hay mejor ejemplo que la batalla de la reforma sanitaria, la llamada ObamaCare.

El país parecía de acuerdo en que hacía falta la reforma, Obama lo convirtió en uno de los argumentos fundamentales de su primera campaña y fue elegido. Entonces comenzó un proceso legislativo más difícil que un parto, con mil batallas, hasta que finalmente un texto fue aprobado por ambas cámaras y  se convirtió en ley con firma del presidente. Uno pensaría que los republicanos, que se resistieron cuanto pudieron y un poco más, aceptarían la derrota y mirarían hacia delante... Pero ese uno no tiene ni idea de política estadounidense ni conoce el partido republicano de hoy en día.

Después de la aprobación de la ley, los gobernadores republicanos se negaban a aplicarla y la cosa llegó a la justicia. Los diferentes tribunales fueron pronunciándose hasta que la Corte Suprema, en una apretada decisión poco antes de las elecciones de 2008, dijo que la Reforma Sanitaria era constitucional. En fin, los jueces habían dicho la última palabra, ¿no? Pues efectivamente, no.

Porque los republicanos decidieron hacer de la reforma el eje de su campaña. Tanto el candidato Mitt Romney como el resto de los líderes del partido sintetizaron su rechazo en una simple promesa: derogar la Reforma Sanitaria el primer día de su mandato. Los votantes fueron a las urnas y votaron, y no eligieron al candidato que quería hacer desaparecer Obamacare, reeligieron al candidato que le había dado nombre. ¿Y qué hicieron los republicanos?

Pues parecía que, ¡al fin!, tirar la toalla. Después de una derrota rotunda, el speaker de la Cámara de Representantes John Boehner dijo que la elección había cambiado las cosas y anunció que Obamacare era "la ley del país". Ahí casi pensamos que iba a terminar el asunto pero con la negociación del nuevo presupuesto, el asunto ha resucitado. Porque puede que sea ley, puede que sea constitucional y puede que los votantes la avalaran, pero mientras el Congreso decida en qué se gasta el dinero público y los republicanos controlen una de las cámaras, la última palabra los está dicha.

Por eso el ala más dura de los republicanos tiene una nueva estrategia: si no puedes derogarla, simplemente quítale el dinero. Si el presupuesto no recoge un sólo dólar para aplicarla, ¿qué más da lo que diga la ley? Como estrategia es impecable, pero incluso algunos republicanos están inquietos por este modo de legislar "por la puerta de atrás" vía presupuesto. Principalmente porque saben que un presupuesto así jamás tendrá el acuerdo de la mayoría demócrata en el Senado y si no hay presupuesto, el gobierno federal tiene que echar el cierre, el 'shutdown' que explicamos hace unos meses. Y cuando manden a los funcionarios a casa y todo se paralice, las culpas van a volar y los republicanos tendrán que cargar con la mayor parte.

Por eso los líderes republicanos dudan. Escribir un nuevo capítulo de la guerra de Obamacare tiene muchos riesgos, sobre todo porque aunque Obama esté en horas bajas no va a renunciar a su logro legislativo más relevante. Tal vez sería más inteligente esperar a que entre vigor el grueso de la ley, que va a traer muchos problemas, y sacar tajada en la campaña de las presidenciales de 2012.

 De propina: lo mejor de este jaleo sanitario es que me ha evitado escribir de nuevo sobre la campaña de Anthony Weiner a la alcaldía de Nueva York. Ha tenido que reconocer que tras dimitir siguió intercambiando mensajes sexuales a través de la red y ya nadie se explica cómo su mujer, cercana a los Clinton, sigue apoyándole en este absurdo.

La bola de cristal: qué interesante va aestar la cosa para presidente en 2012. Hillary Clinton batiendo récords de donaciones sin haberse declarado aún candidata y las dos almas del partido republicano enfrentándose estos días en los medios: el gobernador de New Jersey Chris Christie y el senador de Kentucky Rand Paul.

martes, 23 de julio de 2013

El problema de los republicanos está en su líder

Abran bien los ojos porque no todos los días se escucha al supuesto líder de un partido una declaración de tal calado. John Boehner, speaker de la Cámara de Representanes y segundo en la línea de sucesión a lapresidencia, el republicano más poderoso del país, explica su posición ante la reforma migratoria aprobada por el Senado y que ahora tiene en sus manos:

"No se trata de mí, no se trata de lo que yo quiera. (...) En un tema tan complicado como este, que yo me pronuncie a favor o en contra de estos asuntos hará más difícil que logremos un texto. Si salgo y digo 'estoy a favor de esto y en contra de aquello', lo único que conseguiría es hacer mi trabajo más difícil"

Y este es el gran problema del partido republicano de hoy en día, lo que hace que no pueda ser un socio fiable para gobernar: la falta de liderazgo. No hay nadie a quien hacer una llamada desde la Casa Blanca para solucionar algo, y negociar uno a uno con los 234 congresistas que conforman la mayoría republicana en la Cámara. Boehner ha pervertido el proceso por su debilidad: en vez de liderar a los suyos son los suyos los que le lideran. La declaración lo dice claro, ante uno de los problemas más graves que tiene el país con sus 11 millones de indocumentados, el supuesto jefe de los republicanos no tiene opinión. Va a preguntarle a los suyos hasta dónde puede llegar y entonces ya veremos.

No digo yo que tenga que estar de acuerdo con los senadores, o con el presidente, o que tenga que colaborar, o que quiere dar papeles a unos o deportar a otros. Casi me da igual lo queiense pero me parece increible que no tenga opinión. O peor todavía, que tema tanto por su puesto de speaker que no se atreva a hacerla pública. Menudo líder. Se puede opinar los que sea de otros speakers recientes como Newt Gingrich o Tip O'Neill pero desde luego ellos siempre tuvieron muy claro a dónde querían ir, llegaran o no a su destino.

De propina: si The West Wing (El Ala Oeste de la Casa Blanca) es la referencia televisiva para aprender de política estadounidense, también la actual The Newsroom aporta algo aunque aunque sea aún más idealista que la anterior. En ambas se disfruta del diálogo ágil y divertido del maestro Aaron Sorkin.

La bola de cristal: la paz ha durado poco. Hablábamos hace poco del acuerdo entre los dos partidos en el Senado para desbloquear algunos nombramientos de Obama y ya esta semana caduca. Volverán las disputas. 

miércoles, 17 de julio de 2013

Guerra en el Senado: la "opción nuclear"

El Senado es una cámara interesante gobernada por reglas antiguas, oscuras y diseñadas para lograr el máximo nivel de consenso. Para eso sirve en realidad el 'filibuster': como explicamos cuando Rand Paul lo usó hace poco, la teoría dice que a un senador no se le puede callar una vez que se le da la palabra y por tanto cuando desea bloquear un debate sólo tiene que hablar y hablar hasta que los partidarios de la medida se rindan. Obviamente los parlamentarios de tiempos pasados ya se dieron cuenta de que era bastante inoportuno que un solo senador pudiera bloquear el trabajo de la cámara, así que se inventó la llamada 'cloture', que no es otra cosa que un voto para cerrar el debate y proceder a la votación. Para lograr la 'cloture' se empezó necesitando una mayoría de dos tercios y hoy de 60 senadores entre cien. Así se preserva el espíritu de defensa de las minorías del 'filibuster' y se evita que una mayoría simple haga y deshaga a su antojo como sucedería en la Cámara de Representantes.

El problema es que el 'filibuster', el bloqueo por parte de la minoría, se pensó como un último recurso, una medida desesperada para casos muy graves. Sin embargo, dicen los demócratas, ahora la minoría republicana lo usa sin parar y no precisamente para detener leyes polémicas. La ley establece que multitud de nombramientos del gobierno deben recibir el "consejo y consentimiento" de la cámara, o lo que es lo mismo: que Obama nomina y el Senado confirma. Tradicionalmente los senadores se limitaban a comprobar que el designado tuviera una formación y experiencia aceptable pero en los últimos tiempos los republicanos se han puesto muy cicateros y eso es lo que ha llevado al líder demócrata en el Senado, Harry Reid, a decir basta.

Porque la oposición republicana no se limita a no confirmar a los nominados que le disgustan, sino que por ejemplo se niega a aprobar por ejemplo a cualquiera que vaya a encabezar un departamento del gobierno que ellos consideren prescindible. Por eso y ante el atasco de nominaciones del segundo mandato de Obama, Reid ya hace meses que amenaza a sus colegas republicanos con la 'opción nuclear'. Esto es básicamente decirles lo siguiente: "vosotros podéis hacer 'filibuster' a lo que sea con 41 votos pero yo con 51 demócratas puedo cambiar las reglas del Senado y acabar para siempre con el filibuster".

A cuenta de esto se ha armado un revuelo descomunal pero, como pasa siempre en Washington, a veces la simple amenaza tiene más efecto que el hecho consumado. Un reunión de última hora entre 
Reid y el líder republicano Mitch McConnell ha hecho que el primero no cambiara las reglas a cambio de que el segundo se comprometiera a dar luz verde a un gran paquete de nominaciones de Obama. Como pasó en 2005 con el entonces presidente republicano, la oposición ha tenido que ceder para no perder su arma más valiosa: una minoría de bloqueo para las cosas verdaderamente relevantes. Las aguas ya bajan más mansas tras la (probablemente) última tormenta previa a las vacaciones de verano.

De propina: ¿echabais de menos al exvicepresidente Dick Cheney? No lo hagáis. Seguro que le vemos más ahora que su hija Liz ha decidido desafiar en primarias al senador de su propio partido Mike Enzi.

La bola de cristal: tengo ganas de escuchar la excusa que inventará el GOP en la próxima campaña tras haber troceado y condenado a muerte la reforma del sistema de inmigración. Va a estar divertido.

martes, 9 de julio de 2013

Sobrevivir a un escándalo sexual (en Nueva York)

Bienvenidos a Nueva York, bautizada a veces como la "ciudad del pecado" pero que en esta temporada electoral sería más correcto llamar "la ciudad de la redención". Porque la campaña que está en marcha en la ciudad se centra en las figuras de dos pecadores arrepentidos, dos políticos que estropearon un futuro previsiblemente brillante por culpa de un escándalo sexual.

Empecemos por Eliot Spitzer, que como Fiscal General de NY fue el azote de los banqueros de Wall Street  y por eso después arrasó en las elecciones a gobernador. Sonaba incluso como presidenciable cuando todo estalló: apareció en una grabación federal contratando los servicios de una red de prostitución de lujo y dimitió. Después de cinco años de intervenciones televisivas y de cuidar de sus negocios, el "cliente número 9" intenta ahora regresar a la arena política. A última hora se ha presentado al oscuro puesto de comptroller de la ciudad de Nueva York, una especie de fiscalizador de las cuentas de la ciudad. El puesto no tiene mucha consideración entre los políticos porque tradicionalmente no ha tenido mucho poder pero Spitzer cree que puede cambiar eso del mismo modo que cuando fue fiscal general. Ha empezado ya la clásica ronda de arrepentimiento y perdón por las televisiones pero no lo va a tener fácil. De hecho en su primer acto de campaña un votante le preguntó: "¿Por qué llegas tarde? ¿Estabas con una prostituta?"

Un caso similar pero a la vez muy diferente es el de Anthony Weiner. El excongresista por Brooklyn dimitió tras verse obligado a admitir que había mandado fotos de sus partes a varias mujeres vía twitter. Un vergonzoso asunto del que casi lo peor fueron las lamentables excusas que dio: si le habían hackeado la cuenta, si era una broma... Con todo la gran diferencia con Spitzer es que el gobernador hizo algo ilegal mientras que lo del congresista es bochornoso pero de menos importancia. Tal vez por eso Weiner tiene el valor de presentarse al gran premio, al puesto de Alcalde de Nueva York, y no sólo eso sino que las encuestas le dan posibilidades muy serias de hacerse con la nominación demócrata y por tanto con el puesto.

Los dos buscan el perdón del electorado y esa es la clave de sus campañas. En Estados Unidos gustan mucho las historias de redención, de fracasos y recuperaciones, y tampoco hay que olvidar que los siempre liberales neoyorquinos le dan mucha menos importancia a un escándalo sexual que a otras cosas. Y no hace ni tanto que la conservadora South Carolina eligió de nuevo a un adúltero confeso como el exgobernador Mark Sanford. En resumen: cosas más raras se han visto.

De propina: Rick Perry no se presentará a un histórico cuarto mandato como gobernador de Texas, lo que casi todo el mundo interpreta como una señal de que volverá a intentar conseguir la nominación republicana a la presidente. Esta vez intentará recordar el nombre de los tres departamentos del gobierno que quiere cerrar.

La bola de cristal: y tener a dos candidatos con escándalo a cuestas es el sueño húmedo de la salvaje prensa sensacionalista de Nueva York. Ya han empezado con portadas como esta, pero seguro que lo mejor está por llegar.

viernes, 5 de julio de 2013

Feliz 4 de julio! (no apto para antiamericanos)

¡Feliz cuatro de julio! Hay pocos días en el año en los que uno no encuentre una buena razón para criticar a Estados Unidos, eso hasta yo tengo que reconocerlo. El ser humano es por naturaleza crítico con el poder y el poder en el mundo, de momento, es EEUU. Además cuando uno manda tiene muchas más posibilidades de equivocarse... Todo eso es cierto pero tanta crítica degenera fácilmente en un falso estereotipo: esa idea absurda que muchos todavía tienen de un país de ignorantes, violentos, racistas... Pues hoy no va a ser, hoy es cuatro de julio y no voy a hablar del país de Walt Whitman y Truman Capote, de las mejores universidades y las grandes películas. Pero sí que voy a hablar del país que he visto cambiar para bien.

Porque el país de los intolerantes eligió y reeligió a un presidente negro cuyo segundo nombre es Husseín. El país del racismo tiene 50 millones de hispanohablantes. El país de la ignorancia ha ganado 34 premios Nobel sólo en los últimos diez años.

Not that bad. Que tengáis un muy muy muy feliz Cuatro de Julio.

De propina: y la cosa no va tan mal. El 85% de los estadounidenses está "extremadamente" o "muy" orgulloso de ser de su país.

La bola de cristal: el año que viene, con suerte, veré los fuegos del 4 de julio en Nueva York.

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